La expresión "contextos separados de socialización"   implica que los distintos agentes sociales que influyen sobre los niños y niñas pretenden objetivos diferentes, se guían por distintos procedimientos y, en consecuencia, no mantienen entre sí relaciones significativas.


En virtud de esta idea, muchas familias dejan la educación de sus hijos e hijas en manos de las escuelas, considerando que en éstas existen profesionales sobradamente preparados para atender las necesidades intelectuales, afectivas y sociales que permitan a los niños crecer hasta hacerse adultos y adultas bien preparados, cultural y profesionalmente, para desempeñar un papel en el mundo laboral futuro. A lo sumo, la familia se reserva parcelas de la educación, si bien algo tangenciales, que permitirían que estos nuevos adultos se comporten más adelante de forma adecuada con padres, cónyuges e hijos.


Otras familias consideran, con buen criterio, que la escuela por sí misma no puede atender a todas las facetas de la personalidad. Por esta razón, suman sus esfuerzos a los que realiza el profesorado. Encontramos aquí dos modelos:


    1. Esta suma se produce sin intercambio, es decir, familia y escuela actúan por separado sin relación entre ellas, haciéndose cargo de similares aspectos del desarrollo o bien de aspectos diferentes pero que se consideran de igual importancia.

    2. Los padres participan en las actividades de la escuela, pero a remolque de ésta, es decir, uniéndose a las iniciativas del profesorado: talleres, extraescolares, acción tutorial, supervisión de los deberes en casa, etc.


Finalmente, unas pocas familias consideran que las escuelas no pueden funcionar sin su implicación efectiva. Creen que los centros educativos mejorarán de hecho con el compromiso de todos, y se involucran en la gestión de los mismos a través de los cauces establecidos para ello.


La participación democrática de las madres y padres en los órganos que les representan es un modelo para el aprendizaje de actitudes democráticas por parte de sus hijos e hijas. Su interés por ser parte de la vida de la escuela alimenta en los niños el interés por hacer otro tanto. El ejercicio de su responsabilidad es el germen de la responsabilidad que asumirán posteriormente los niños y jóvenes.


Es un error que, puesto que se ha demostrado que la gestión común de las tareas cotidianas por parte de alumnos y profesores previene los problemas en la convivencia, los padres se desentiendan de dicha gestión. El hecho de que la educación infantil prevenga el fracaso escolar, no se debe sólo a que permite a los niños aprender contenidos académicos que cimentarán los aprendizajes posteriores, sino a que pueden aprender, a través de la observación de sus padres y de sus profesores, una forma de relacionarse con los demás, una forma de construir conjuntamente el entorno social en el que van a desenvolverse.


Existe un falso concepto de "calidad de vida" que lleva a muchos padres a buscar para sus hijos bienes materiales, a desarraigarse para disponer de una vivienda mejor, a ocupar su tiempo en "ocupar su tiempo" .


Los consejos escolares, las asociaciones de padres, experiencias tales como los padres delegados de aula o los padres mediadores para la resolución de conflictos no son inventos gratuitos de algunos iluminados, sino propuestas realistas para mejorar la escuela. Y la mejora de la escuela es la condición para que se produzca una mejora en la educación de nuestros hijos. El fracaso escolar y la violencia que se produce en algunos centros no se solventan con leyes educativas, con medidas coercitivas o compensadoras tomadas al albur del hecho consumado, sino con el fomento de una cultura de la participación.


Si los padres y madres seguimos ignorándolo, si seguimos desentendiéndonos del hecho educativo, si nos saludamos en los pasillos o a la entrada del colegio pero no construimos un centro mejor entre todos, no deberemos extrañarnos de que nuestros hijos e hijas también se desentiendan, de que se marginen de la vida escolar, de que olviden que el centro también es suyo. Y seguiremos esperando que leyes milagrosas o profesores y profesoras voluntariosos suplan las carencias derivadas de esta especie de autismo social , cultural y familiar , cosa que hay que decirlo de manera rotunda no podrán hacer.